La eterna infelicidad del TLP

La eterna infelicidad del TLP
Hace pocos años, el Prof. Robert Cloninger, experto en psicopatología de la personalidad en San Luis, Missouri, impartía, en el Congreso Anual de la Asociación Americana de Psiquiatría, una conferencia sobre las bases científicas del bienestar psicológico y de la felicidad.
Cloninger afirmaba que las claves científicas de la felicidad son tres: esperanza, ambición y fe.
Existe evidencia de que la esperanza no se sustenta en una creencia externa, sino en la vivencia íntima de poder autogobernarse y salir adelante en las dificultades. La esperanza procede por tanto del desarrollo de la confianza en uno mismo a lo largo del desarrollo de la personalidad. Las personas con esperanza viven en mayor confianza, tienen menos angustia.
La ambición también es un fenómeno que se puede estudiar y medir, y que emerge de la personalidad en sí misma. Ambicionar no es el deseo maligno de acumular ni la avaricia, como podría malentenderse en el lenguaje de los tiempos que corren. Ambicionar es deseo de crecer y de avanzar, y está en todos nosotros si no ha sido ahogado de manera traumática.
La ambición que lleva a la felicidad es el deseo de SER ; y no de SER MÁS, si no deseo de SER MEJOR en cada momento. Lo que hoy se llamaría SER de Calidad. El SER MEJOR depende de uno mismo y no de las cosas o personas que se poseen; por ello, a diferencia del Ser-más, no se teme perderlas y no produce angustia, sino paz.
Finalmente, la fe, entendida como la creencia en Algo superior a nuestro control, que nos hace sentir que hay un fluir básico en el que navegamos, y que nos llevará por buen camino. Las personas con fe son más capaces de cumplir con el deber y de aceptar las dificultades y las adversidades, por lo que también se acercan más a la felicidad.
No es extraño que las tres facultades de la felicidad de Cloninger están muy mermadas en el TLP. La confianza en sí mismo ha sido ahogada, y con ello la esperanza. El deseo de ser mejor, la ambición, han sido cercenados por la inseguridad y por el temor a ser distintos a los demás. Y la fe, la creencia en un Bien superior, no tiene a menudo donde anclarse en la persona con TLP.
Por todo ello, no es casualidad que los objetivos fundamentales de todo tratamiento para el TLP sean la autoconfianza, la recuperación del querer SER, y el crecimiento de la capacidad de confiar y creer.

 

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