Día Mundial Para la Prevención del Suicidio: Necesitamos un mensaje claro sobre el suicidio

Hoy se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio y, teniendo en cuenta que en nuestro país mueren 10 personas al día por suicidio, he querido pronunciarme al respecto.

Es necesario ofrecer a la sociedad un mensaje claro sobre el suicidio. A pesar de las numerosas iniciativas, protocolos y manifiestos que existen, muchas de estas acciones constituyen tan solo gestos de buena voluntad; y, a menudo, estos mensajes son confusos, en la medida que reafirman la categórica obligación de impedir el suicidio, a la vez que sostienen la defensa absoluta de la libertad humana en todo momento. Sin ir más lejos, la propuesta del nuevo Plan de Salud Mental del Gobierno pretende impedir todo tipo de tratamiento o de ingreso involuntario, incluso en los pacientes con riesgo suicida evidente.

Para el médico que recibe a una persona potencialmente suicida no hay duda de que se encuentra en una situación afectiva y cognitiva desequilibrada temporalmente, y por ello no dudamos en proteger a los pacientes de sus propios deseos de suicidarse. Pero aquellos que califican la protección médica como un acto de imposición, al mismo tiempo que se erigen en líderes de la prevención del suicidio, están incurriendo en actitudes confusas e incluso demagógicas.

La idea de suicidio y el riesgo de contenerlo es una constante en las personas que padecen depresiones crónicas y en los pacientes con trastornos de la personalidad. Desde nuestras unidades de Suicidio y de Trastornos de la Personalidad proponemos un Plan de Prevención del Suicidio basado en cuatro pilares fundamentales:

1. Comprensión afectiva y aceptación del dolor del paciente y de sus deseos de terminar con su vida.
2. Elaboración de un correcto y detallado diagnóstico médico-psicológico
3. Establecimiento de un seguimiento y de un tratamiento inmediatos, tanto farmacológico como psicológico
4. Establecimiento de medidas de protección y de contención si el riesgo es muy elevado, contemplando incluso las medidas involuntarias con el correspondiente sustento jurídico.

La persona en riesgo de suicidio necesita medidas audaces y firmes que, al parecer, sólo los médicos están dispuestos a tomar, por lo general, en la más completa soledad en las salas de urgencias de los hospitales. Los discursos ideológicos sobre las causas sociales del suicidio quedan para otro momento. Nos va la vida en ello, si es verdad que tanto nos interesa.

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